martes, 25 de octubre de 2011

Cuestión de tiempo



Te comunicaste con la casa de Agustín, después de la señal dejame tu mensaje. ¡Piiiiiiiiiiiip!

- Hola, Agus, soy yo. ¿Estás por ahí? Bueno, espero que escuches esto antes de salir para el aeropuerto. Me hubiera gustado decirte en persona una cantidad enorme de cosas que escribí para vos. Pero ahora, junto al teléfono, preferí dejarlas sobre la mesa y que me invada la espontaneidad. Sí, ya sé, pensarás que soy una cagona.
De cualquier manera, tengo una sola cosa para decirte. Pero antes, me gustaría que sepas que te hubiera dado mi alma, mi corazón y todo mi amor; aunque dicho así, acá, suene a tan poco.
Sin embargo, hoy siento que el destino atropelló nuestra relación y la dejó tirada, moribunda, al costado del camino de la vida.
Ese mismo sendero que hoy te llevará tan lejos de mí, tanto que me parece que jamás podré alcanzarte para abrazarte y decirte cuánto te amé. Cuánto te amo todavía.
Porque aunque parezca ridículo, siento que sos mi gran amor. El hombre de mi vida. Esa persona con la cual soñé en mis fantasías adolescentes creyendo, contra todos los comentarios, que iba a llegar algún día.
Y finalmente llegó el hombre de mis sueños. Vos, que supiste despertarme con un beso en la boca, como pasa en los cuentos.
Ahora todo cambió y por más que quiera, no tengo la opción de volver atrás. Tampoco lo haría, creo. Cometería el mismo error y, no lo dudes, también volvería a… 

¡Piiiiiiiiip! 
Usted utilizó todo el tiempo disponible. Gracias.