lunes, 3 de octubre de 2011

La vuelta de Jacinto Poseidón Arrieta

La vida de un deportista profesional es un continuo ir y venir de buenos y malos momentos, sobre todo en el mundo futbolístico. Sólo unos pocos pueden vivir un éxito perenne.
Ese camino de gloria sempiterna sólo fue construido para que lo recorran aquellos tocados por la misteriosa y caprichosa “varita mágica” del destino: los cracks, genios, habilidosos, distintos y maestros de este popular deporte.
Por eso este periódico matutino se enaltece al dedicarle su crónica central a uno de esos iluminados. Un ídolo -con todo el esplendor de la palabra- que anunció su regreso a los estadios nacionales: Jacinto Poseidón Arrieta. O simplemente “Cachetazo”, como le pusieron sus pares adolescentes. Ese “arlequín endemoniado” que regalaba malabares con la redonda desde sus precoces 13 años, engalanando las divisionales inferiores en aquella recordada escuadra de Sportivo Central.
Y pensar que el siempre ingrato ambiente llegó a calificarlo de “perdido”, “abandonado” y “fiestero” cuando una que otra vez lo vieron salir de los burdeles de Rumania, a las 8 de la mañana. Creyeron que las cifras de su pase internacional lo habían desorientado. ¡Pero, Por Favor! Por qué no explicaron mejor que eran épocas difíciles en el Steaua de Bucarest y el sistema comunista no estaba preparado para albergar a una luminaria como Cachetazo. Pero como el Ave Fénix, tapándole la boca a todos, Jacinto hizo de tripas corazón y en unos pocos meses demostró que estaba más allá de lo terrenal. Se repuso de las calumnias y suspensiones para dar la gran sorpresa del mercado europeo de pases. En una transferencia histórica para la época, fichó por el Atromitos FC de Grecia y nuestro embajador de la pelota partió hacia la mitológica ciudad de Peristeri.
Desafortunadamente, la metrópoli griega aún no había evolucionado lo suficiente para cobijar tanta magia. Entonces, cuando muchos hacían fila para sepultarlo en el cementerio de los fracasos anunciados, llegó el merecido y justo reconocimiento. El poderossísimo fútbol italiano posó su selecta mirada sobre la fulgurante estrella para incorporarlo sin escalas en la Società Sportiva Scafatese Calcio, de la por entonces incipiente Divisione Girone C.
Así, el arribo al calcio de Jacinto Poseidón Arrieta representaba un importante quiebre en su carrera. Si bien a su llegada nomás estuvo parado 6 meses por un desafortunado tropezón mientras bajaba por la escalinata del avión de Alitalia, los cronistas deportivos recuerdan todavía hoy sus legendarios enfrentamientos con el mismíssimo Silvio Berlusconi.
Incomprensiblemente, el por entonces Presidente del imbatible Milán, ante los requerimientos de los periodistas del Giornale di Scafati (diario que cubría la campaña del Scafatese), se empecinaba en declarar que “no conocía a nadie llamado Jacinto Poseidón Arrieta”.
Imperdonable. Increíble. Una bravuconada más del ahora Primer Ministro Italiano. Un provocador con todas las letras que intentó llevar a Cachetazo al terreno de los ataques mediáticos. Afortunadamente, nuestro abanderado -conocedor de escándalos- jamás entró en ese juego perverso e indecente porque, entre otras cosas, no entendía ni una palabra de la lengua del Dante.
Cuestiones idiomáticas al margen, Cachetazo tuvo tardes apoteóticas con la casaca esmeralda del “Scafa” y la cittá tutta lo adoró, lo idolatró y hasta lo canonizó como “San Schiaffo”, patrono futbolístico de la ciudad.
Eran sábados conmovedores en el Stadio Comunale con los tifosi coreando su nombre desde la tribuna. Y nuestro compatriota, señores, hábil para interpretar los códigos tribuneros, devolvía ese cariño con de su rendimiento en el inmaculado terreno de juego: En esa primera campaña finalizó con cuatro goles en su haber. Una de tantas proezas que, sin dudas, repasaremos en futuras ediciones.
Pero hoy, queridos lectores, queremos agradecer a este “zurdo derrochador” que dejó el viejo continente -donde gozaba de grandes comodidades- para volver a la tierra que lo vio nacer. Seguramente, su llegada al club Claypole colmará de inacabables y pertinaces destellos de calidad a la Primera D Nacional.