martes, 15 de marzo de 2011

OPERACIÓN “GAROTO NOVO”: Otra misión del Agente Beltrán (3)


(Tres)
Ni siquiera la monótona música ambiente del ascensor lo distrajo de sus pensamientos. Al llegar al 4º piso, Beltrán debía enfrentarse a sus subalternos y explicarles la nueva misión. Peor aún, tenía que cumplirla rápidamente y, como si fuera poco, con éxito. ¡Eso sí sería toda una novedad para el grupo!
Ahora se reprochaba por no haber tomado aquelTaller de Motivación y Liderazgo” que le habían pagado en Bariloche. Pero enseguida se acordó de la causa de su ausencia y una sonrisa ganadora se le dibujó en la cara. Aquella vez, de camino al auditorio donde se impartía el curso, Beltrán se detuvo en el bar del hotel para pedir un vaso de agua y, sentada al otro lado de la barra, descubrió a una imponente turista brasilera que lo miró, según la dudosa percepción del Agente, con “demasiada atención”.
Al instante, Beltrán dejó de lado el curso, se olvidó de su esposa y hasta minimizó el detalle de la barrera idiomática cuando intentó comunicarse. “Estou aquí pra encontrar uma pendiente larga pra esquiar”, le aclaró ella en un esforzado portuñol. “Yo te voy a dar a vos pendiente larga, garota”, dijo él entre dientes, disimulando la pícara mueca de sus labios.
Sin embargo, de ese encuentro sólo le quedó otra paradoja de esas que solía contar a la psicóloga de la Agencia: Como otras tantas veces, Beltrán se quedó sin el Taller de Motivación que tanta falta le hacía para esta misión y, obviamente, también perdió a la brasilera que, un rato después, lo dejó hablando sólo en la barra.
“Ahora también me vendría bien un buen polvo”, reflexionó en el ascensor, durante la lenta marcha hasta el 4º piso.
La promesa de un aumento de 100 pesos y un viaje con media pensión a Mar del Tuyú le pareció poco para incentivar a los suyos pero, de cualquier manera, no encontró más alternativas. Así que, después de atravesar la puerta de vidrio y encararse con sus fieles escuderos, Beltrán impostó su mejor voz de confianza:
- Muchachos… Me crucé a charlar unas cositas con el Presidente y aproveché para pedirle un reconocimiento para ustedes, que se lo tienen bien merecido -arrancó ante la incierta mirada de sus ayudantes.
- ¡Grande Jefe! ¡Se la jugó! -estalló entre aplausos la gruesa voz de Cristóbal.
- ¡No, no, no! Ustedes dos deberían tener una plaqueta en la puerta de este edificio, muchachos, son el orgullo de la Agencia -agregó lanzado ya hacia la descarada exageración-. Y el Presi lo sabe, che, por eso no sólo aceptó, sino que me pidió que les mande saludos personalmente. Peeeero… ¡Además le saqué 100 pesos y un viaje a la playa para cada uno!
Los dos inocentes Agentes se miraron entre satisfechos, orgullosos y extrañados por las palabras de su Jefe. De todas formas, se aplaudieron y se felicitaron con apretones de mano y palmaditas en los hombros, ante la incredulidad del resto del personal que pululaba cerca de la grotesca escena.
- Pero antes -siguió Beltrán, más cauteloso-, me pidió si podíamos hacerle un pequeño favor personal. Una misión extremadamente confidencial y trascendental para los destinos de esta gran Nación.
Cristóbal y el Chúcaro dejaron los saludos de lado y, asintiendo lentamente con la cabeza, se dispusieron a escuchar al Director de Espionaje Internacional.
Inesperada, imprevista y milagrosamente, se ponía en marcha la “Operación Garoto Novo”.